El segundo día del Sonisphere se presentaba como la jornada más metalera del festival. Por nuestra parte no pudimos llegar tan temprano como hubiéramos querido por lo que nos perdimos las actuaciones de algunas bandas a las que les teníamos muchas ganas, como Mastodon y Children of Bodom, que prácticamente coincidían en el escenario 1 y 2. Nuestro cartel particular al final fue el siguiete: Ghost, Within Temptation, Slayer, Metallica y Evanescence.

Comenzábamos con la actuación de Ghost, de la que disfrutábamos unos cuantos temas. Tenía bastantes ganas de ver a esta joven banda sueca desde que me la recomendase mi amigo Chus. Ghost están claramente influenciados por Mercyful Fate y la banda paralela de su líder King Diamond. Tienen un sonido heavy clásico con voces dramatizadas y teatrales que van de lo gutural a los falsetes según requiera la historia que cuenta la canción. Además toman de esas bandas el maquillaje del cantante. Lo que sí que es cosecha propia son los disfraces que les caracterizan. Los instrumentistas van todos con traje de monje, en el caso de Sonisphere era totalmente blanco y al tocar de día le añadieron unas máscaras venecianas para jugar con el secreto de sus identidades, algo que vienen haciendo desde que comenzaron. Por otro lado, el cantante va vestido de obispo e interpreta los temas como si estuviese dando un sermon. La verdad es que la imagen impacta y la banda suena bastante bien en directo. Un grupo a seguir.

A continuación nos trasladábamos al escenario 2 para ver los últimos temas del concierto de Within Temptation. La banda holandesa suena muy bien en directo. Tiene contundencia en su sonido, y la voz y carisma de Sharon den Adel hacen que sea una banda muy disfrutable. El estilo de esta banda es la versión más comercial del gothic metal, con voces femeninas y mucho sinfonismo. En el concierto se decantaron por presentar bastantes de los temas de su último álbum The Unforgiving (2011), que quizás es un poco más rockero que discos anteriores. El momento más coreado del concierto fue cuando interpretaron el single que les dio fama mundial, Stand my ground,de su álbum The Silent Force (2004). Terminaron su show con Mother Earth, del disco del mismo nombre del 2000 que supuso el paso de la banda a los sonidos más sinfónicos. Un buen concierto protagonizado principalmente por el carisma de su cantante y que en el duelo de vocalistas femeninas de Sonisphere salió muy bien parada.

Pasadas ya las 21:00 comenzaba la descarga de uno de los mitos del thrash metal, Slayer. La banda de cumplió con lo que se esperaba de ellos, mucha caña de principio a fin. El concierto lo comenzaron con un par de temas de su último álbum World Painted Blood (2009), el tema que da título disco y Psychopathy in red; posteriormente también tocaría Hate Worldwide. Este último álbum ha tenido bastante buena acogida entre sus fans y quedó patente entre el público. No se olvidaron de sus comienzos con Die by the sword y Chemical Warfare. Pero el plato fuerte fueron los temas de su álbum Reign in blood (1986) del que descargaron Altar of sacrifice, Jesus Saves y su dos temas más famosos y estandartes del thrash metal, Raining Blood y Angel of Death. Ver interpretar estas canciones en directo es una gozada y te hace participe de estar ante unos grandes del metal. Para el bis dejaron South of heaven, tema que da nombre a otro de sus discos más recordados y del que tambien descargaron previamente Mandatory suicide. Tampoco se olvidaron de otro de sus grandes éxitos Dead skin mask, del disco que continuó el éxito de Reign in Blood, Seasons in the Abyss (1988) y del que interpretaron para terminar el concierto War ensemble. La banda estuvo solvente, aunque no demasiado participativa. Araya estuvo quizás muy estático, los años no pasan en balde y sus problemas de salud le han hecho controlarse en el escenario. Además se echó de menos que hablase algo en castellano, idioma que habla perfectamente. King le puso más ganas y demostró su buen hacer con la guitarra, al igual que Gary Holt (sustituto temporal de Jeff Hanneman, miembro fundador y de baja por enfermedad). Lombardo a la batería estuvo brutal y nos deleitó con una lección de doble bombo permanente. El show por lo tanto se basó totalmente en su música, de hecho el escenario estuvo decorado solamente con una bandera gigante con el logo del grupo y una pared de amplis que ayudaban a la bestial descarga musical. Con eso bastaba. En conclusión, ver a Slayer en directo es una gozada, es ver puro metal, es disfrutar de una banda legendaria.

A continuación llegaba el plato fuerte de la jornada, y de todo el festival: Metallica. Poco más se puede decir sobre la que es una de las bandas más importantes de la historia del metal y del rock en general. La masa de fans de la banda sigue creciendo tras 30 años de carrera y prueba de ello fueron las 54.000 personas que abarrotaban la segunda jornada del festival y que en gran parte acudían a ver a los de San Francisco. Antes nos tocó sufrir un larga espera que sirvió para que los pipas preparasen todo el escenario de la banda, que no escatimó en nada y que demostró que venían con todo su show al Sonisphere. El concierto comenzaba como viene siendo habitual con The ecstasy of gold, de la banda sonora de Ennio Morricone para El Bueno el Feo y El Malo, e imagenes de la película para después golpearnos fuerte con el clásico Hit de lights, de su segundo álbum Ride the Lighting (1984).Continuaban con Master of Puppets, el tema que daba título a su tercer álbum de 1986, una de las cumpres del heavy metal. Continuaban con una pequeña sorpresa que por mi parte era la primera vez que les veía tocar en directo: The Shortests Straw, de su álbum de 1988 ..And Justice For All. Otro exitazo de su primera época continuo con el concierto, For whom the bell tolls, con esa genial introducción con el bajo. Tras este comienzo arrollador llegaba la única canción de la época más moderna de la banda, Hell & Back, uno de los descartes de su último disco Death Magnetic (2008) que ha sido recuperada para el EP Beyond Magnetic (2011). El tema suena bien, aunque la novedad sufre la comparación con todos los clásicos que llenaron el setlist. Y fue entonces cuando el concierto paró para presentarnos un vídeo que recordaba el año 91, cuando Metallica presentaba su Black Album, el disco que les catapultó al éxito masivo, con temas más directos y menos thrash que sus anteriores trabajos y con nada menos que 5 singles que daban muestra del éxito arrollador del disco. Tras la intro, Metallica tocó al completo el álbum desde el último tema al primero. Presenciar este shos supone una vuelta al pasado, una mirada con nostalgia a uno de los momentos álgidos de la historia del rock. El auto-homenaje comienza con The struggle within, un tema con un mucho ritmo y una letra endiablada, que invita a corear el estribillo. Continua con My friend of misery y The God that failes, acompañado de imagenes de un cementerio muy tétrico. Of wolf an man siguió con fuerza e intensidad, para después parar y disfrutar de la balada heavy por excelencia, Nothing else matters. Tras el relax, vuelve la descarga metalera con Through the never y Don’t tread on me. El tocar el disco al revés deja para el final 4 de esos singles que comentabamos, primero llegó Wherever I may roam, continuó el medio tiempo e iniciador de una saga de canciones The Unforgiven, para concluir con el ritmico Sad but true (que el propio Hetfield introdujo con un «Do you want heavy?») y con la mítica Enter Sandman, que además contó con la participación del publico contestando las frases y gritos del cantante en lugar de la oración del tema original. La banda abandonaba el escenario ante el clamor del público. Los gritos coreando el nombre de la banda, los clásicos «Oe Oe» y las peticiones de «Otra otra» se dejaban escuchar por todo el Sonisphere. La banda regresaba con otro temazo del Master of Puppets, Battery, que volvía a poner a 100 por hora al respetable. Después nos deleitaban con One, una obra maestra de 7 minutos que iba acompañada de un juego de luces de infarto. Para terminar, y de nuevo solicitando la ayuda del público tocaban Seek & Destroy el único tema de su primer disco Kill’Em All (1983) y que culminó un concierto para la historia. La banda estuvo totalmente entregada. James Hetfield es el líder de una banda de rock por excelencia, transmitiendo con su voz, su guitarra y cada movimiento toda la energía de las canciones. Kirk Hammet es un virtuoso de la guitarra y lo demuestra en cada momento. Robert Trujillo es la bestia al bajo y hasta en sus movimientos tiene algo animal. Por último Lars Ulrich, uno de los tipos más antipáticos del metal, es un gran batería y de paso un tío bastante cachondo. Los cuatro tuvieron palabras individuales de agradecimiento al público; de hecho las de Trujillo fueron en perfecto castellano. El espectáculo fue tremendo con un juego de luces perfecto; las pantalla laterales de todo el festival se completaron con una pantalla central que ocupaba todo el escenario y que permitió disfrutar a todo el mundo del show en todo momento; la pasarela hacia el público con el Snakepit aquí llamado Black Circle (zona pegada al escenario que usaron en la gira del Black Album y que han recuperado de nuevo); el sonido arrollador; la actitud de la banda. En definitiva, un concierto histórico.

Nuestra jornada iba a terminar con parte del concierto de Evanescence, que comenzó muy tarde debido al desmontaje del escenario de Metallica.  La banda de gothic rock americana tenía un buen papelón al tener que tocar justo después del cabeza de cartel y eso se noto. Mucha gente había ido al escenario 2 a ver a Gojira una de las bandas que más gusto y que nos quedamos con ganas de ver (esta vez por agotamiento y desconocimiento de horarios, sinceramente). Aún así cuando comenzó la descarga de Evanescence volvía a haber bastante gente. El show comenzó con buen pie, con el single What you want, primer single de su último álbum de 2011. Continuaban con Going under de su primer y más exitoso álbum Fallen (2003). Amy Lee se movía por todo el escenario con soltura, y la banda la acompañaba bien, pero el agotamiento comenzaba a ganarnos y aguantamos un par de temas más antes de retirarnos sin acabar de ver el concierto y sin disfrutar de otra banda a la que le teníamos ganas y que sufrió los cambios de horario al tocar ya entrada la madrugada, Fear Factory. Así deciamos adiós al Sonisphere 2012, uno de los mejores festivales que ha habido en España en los últimos años.