Una de las bandas que sentó las bases sobre las que el rock alternativo se asienta hasta el día de hoy es My Bloody Valentine, grupo que ha vuelto a los focos tras ser noticia por el regreso de su catálogo a las plataformas de streaming, a la par de su reciente fichaje por Domino Records y la reedición de su material físico (link a la noticia aquí), el cual estará disponible a partir del 21 de mayo. Aprovechamos su regreso para hablaros acerca de la historia y el legado de uno de los grupos que han influido inconscientemente en el devenir de la historia del rock desde los 90s hasta la actualidad.
My Bloody Valentine consiste en un cuarteto irlandés-inglés fundado en Dublín en el año 1983, liderado por el guitarrista (y en ocasiones vocalista) Kevin Shields. Lanzaron un par de primeros EPs con los que apenas consiguieron llamar la atención, manufacturando un sonido entre el post-punk y el noise-rock. David Conway, vocalista de la banda, abandonaría el grupo, siendo reemplazado por la vocalista y guitarrista Bilinda Butcher. Tras no encontrar por el momento su identidad sonora, empezaron a dar pistas de lo que vendría a posteriori con su tercer EP You Made Me Realise y, especialmente, su primer LP Isn’t Anything, ambos trabajos lanzados en 1988, y los cuales representan una deriva en su sonido desde el Noise a lo que se conoce como jangle-pop, reflejando influencias de bandas como The Byrds o The Jesus And Mary Chain. Además, se empezaban a intuir los primeros elementos de un género que popularizarían y del que serían pioneros (aunque no pusieron las primeras piedras en el camino, como se explica en este vídeo).
Estamos hablando del shoegaze, un género músical cuyo nombre surge de una etiqueta periodística que se empezó a emplear para describir a bandas cuyos guitarristas y bajistas interpretaban sus canciones prácticamente estáticos, mirando continuamente al suelo con el fin de controlar sus pedaleras de efectos (etiqueta apropiada similarmente a la manera en que ello sucedió con el término “grunge”). Musicalmente, el género se caracteriza, precisamente, por basar sus sonido en una distorsión notablemente coloreada con múltiples efectos, principalmente reverbs, y que se contrapone a unas pistas vocales melancólicamente oscuras y de carácter relajado, quedando relativamente sometidas a un segundo plano por dicho sonido de guitarra. Todos estos elementos quedan reflejados a la perfección en Loveless (1991), segundo álbum de la banda y máximo estandarte del shoegaze, aunque también presenta muchos elementos de dreampop (género similar pero que mucha gente suele confundir con el propio shoegaze).
Si os fijáis en el anterior videoclip, podéis contemplar una técnica de guitarra denominada “guitar glide” consistente en tocar acordes a la par que se manipula la barra de tremolo situada en el puente de la guitarra, lo que conduce a un leve cambio instantáneo del tono de las cuerdas. Esta técnica, sumada a esa distorsión mega-coloreada en reverb, produce un efecto único de disonancia armoniosa (en estos 2 vídeos para Fender, Kevin Shield trata esta y otras cuestiones relativas a su sonido como guitarrista Vídeo 1 Vídeo 2).
La producción de Loveless se caracterizó por ser muy poco ortodoxa, siendo un trabajo que costó 3 años grabar y que casi condujo a la quiebra al sello discográfico por el que firmaron My Bloody Valentine. No obstante, y a pesar de todas las dificultades surgidas por el camino, consiguieron desarrollar su particular “wall of sound”.
Tras Loveless, el grupo experimento una especie de separación no oficial, alimentada principalmente por un bloqueo artístico que Shields empezó a experimentar al intentar componer las canciones para el tercer álbum. Estuvieron bastante tiempo dedicándose cada uno a lo suyo, hasta que en 2008 se volvieron a “reunir” para dar girar en directo, y tras lanzar la remasterización de todo su catálogo, sacaron su tercer LP m v b en 2013. Desde entonces, tras otra ligera vuelta a la inactividad, llegamos hasta estos días, en los que se ha dejado caer que la banda puede estar preparando un doble disco (lee la noticia aquí).
Es fascinante como un grupo cuya carrera ha resultado ser bastante inestable, y que se ha mantenido más underground que mainstream, ha conseguido influir de tal manera en el devenir de la música alternativa de las últimas décadas, tanto dentro como fuera del shoegaze (en estilos más o menos cercanos como el dreampop o el post-rock), incluso en sus vertientes más cercanas al metal, y siendo también referencia de grupos que les llegaron a inspirar a ellos mismos (como son Hüsker Dü o el The Cure de los 90s). Y esperamos que lo sigan haciendo por mucho más tiempo.
Entrada realizada por Dani Jiménez, Monitor de Rock Camp.