Siempre resulta estimulante seguir a artistas que nunca sabes por donde van a tirar cada vez que presentan nuevas obras. Uno de los ejemplos más destacados es el de la cantante y guitarrista norteamericana St. Vincent, quien llega con nuevo disco bajo el brazo. Esta semana nos aventuramos a descubrir como de bien pueden combinar el ir dando volantazos creativos y a la vez mantenerse musicalmente accesible para cualquier tipo de público.
St. Vincent es el pseudónimo artístico de Annie Clark, quien entraría a recibir educación musical en el prestigioso Berklee College of Music, en Boston. Comenzó su carrera perteneciendo a la orquesta de rock coral The Polyphonic Street o como guitarrista de la banda en directo de Sufjan Stevens, pero al poco tiempo se embarcó en su carrera en solitario. Su debut llegaría con el LP Marry Me (2007), trabajo con el que llamaría la atención de varios medios especializados, recibiendo comparaciones con trabajos de artistas que fueron una gran inspiración de Annie, como son los casos de Kate Bush y David Bowie. A su primer álbum le seguirían Actor (2009) y Strange Mercy (2010), pero su gran salto hacia un reconocimiento amplio lo recibirá una vez ficha por el sello discográfico Loma Vista Recordings.
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En 2014 publica su álbum homónimo St. Vincent, cuarto LP en la trayectoria en solitario de Annie. Fue considerado por múltiples medios especializados (e incluso generalistas) como álbum del año, y le llevó a ganar su primer Grammy al año siguiente como “Mejor Álbum de Música Alternativa”, además de permitirle empezar a girar más allá de Norteamérica y por todo el mundo, tanto en solitario o como acto telonero de grupos como The Black Keys. Sin duda, su cuarto trabajo refleja como la propuesta musical de St. Vincent empezó a demostrar un alto grado de madurez musical, gracias a su capacidad como multi-instrumentista, el desarrollo de habilidades características de la producción musical y la inclusión cada vez más patente de elementos propios del art-rock.
Sin embargo, su éxito siguió aumentando con la siguiente entrega de su discografía, Masseduction (2016), un álbum en el que ese sonido de art-rock se empieza a enfocar desde una parcela más electrónica, con sintetizadores y cajas de ritmo reminiscentes de los ochenta. Y aunque Bowie sigue siendo una inspiración, especialmente reflejada en la estética y el trabajo visual desarrollado en torno a este álbum, en Masseduction encontramos influencias de referentes distintos en esa misma época, como es el caso de Prince o Pink Floyd, o incluso de artistas más recientes, como son los casos de Alanis Morissette o Lady Gaga. Y tanto en la grabación como gira de este trabajo, Annie Clark empezó a utilizar un modelo de guitarra custom que ella misma diseñó con la marca Music Man, y que ha pasado a ser uno de los elementos más representativos de su iconografía.
Y así llegamos a su último trabajo, Daddy’s Home, lanzado a comienzos del pasado mes de mayo, y que está recibiendo valoraciones positivas por parte de la crítica. Annie concibe el álbum entorno a la puesta en libertad de su padre, tras estar años encarcelado por delitos de fraude fiscal y lavado de dinero. Coge inspiración de canciones de la colección de discos de su padre, pertenecientes en su mayoría a la década de los setenta, por lo que el pop manufacturado en este trabajo bebe principalmente del soul, funk y rock psicodélico, recordando a artistas como Stevie Wonder, Sly & The Family Stones, el ya mencionado Prince, o Steely Dan. Y en el apartado estético, se refleja muy bien la iconografía de esa Nueva York de comienzos de los setenta, influyendo en el disco no solo a nivel de producción musical, sino también en los apartados audiovisuales y de marketing.
Entrada realizada por Dani Jiménez, Monitor de Rock Camp.