Nuestro nuevo #ArtistaDeLaSemana es otro de esos casos en los que nos podemos preguntar perfectamente cómo es posible que exista la fusión de ciertos géneros (bastante, o incluso muy) alejados estilísticamente. Nos referimos a Zeal & Ardor, y con motivo del lanzamiento de su cuarto (y homónimo) trabajo de estudio os explicaremos qué es lo que hace tan especial a este proyecto.
La figura líder de Zeal & Ardor se corresponde con el músico suizo-estadounidense Manuel Gagneux, quien funda la banda en 2013. Tras militar en algunos proyectos de indie-pop, colgó algunas de sus demos en los foros más tóxicos de internet (en 4chan, para ser más exactos) con el objetivo de que los usuarios le sugirieran dos estilos musicales para crear nuevo material a partir de su combinación. Entre las distintas sugerencias (la mayoría enunciadas con sorna), Manuel decidió concebir en Zeal & Ardor la unión estilística de black metal y lo que se conoce como “espirituales afro-americanos”, cánticos religiosos (cristianos, fundamentalmente) originados en las comunidades esclavas formadas por dicha población en el s. XIX; este último fue elegido en respuesta a una propuesta en el foro en la que un usuario hizo uso de un término racista en su sugerencia, motivado por el color de piel de Manuel. En palabras suyas, la banda surgió de preguntarse “¿qué hubiera pasado si los esclavos afro-americanos hubieran rezado a Satán en vez de a Jesús?”.
Y sobre una base de metal, Zeal & Ardor mezcla ambos géneros de una manera única, llegándose a la consecución de una fusión que jamás nos hubiéramos imaginado que pudiera quedar tan bien. Así lo demostró en Devil Is Fine (2016), su LP de debut, que el propio Manuel escribió y grabó en su totalidad. Tras que el trabajo se moviera por los círculos underground, fue descubierto por algunos periodistas musicales en medios mainstream, lo que condujo a la publicación de algunos videoclips para su re-lanzamiento meses más tarde, así como a la formación de una banda completa alrededor de Manuel para llevar la música al directo. En ella cuenta con la típica formación guitarra(s)-bajo-batería, incluyendo esta última doble bombo (como no podía ser de otra manera, siendo una banda que trabajo un estilo de metal extremo), pero lo que quizá destaque más sea la inclusión de 2 coristas que complementan a Manuel en las tareas vocales, quién además aporta guitarras rítmicas; de él destaca su facilidad para cambiar de registro limpio a “canto gruñil”.
No tardarían mucho en lanzar su segundo trabajo, Stranger Fruits (2018), con el que confirman que van muy en serio con su propuesta. En lo que respecta a las influencias de música folk afro-americana, deciden dar el paso natural de incluir los principales estilos popularizados en la primera mitad de siglo XX: blues y gospel. En la otra cara de la moneda, su sonido más duro se ve inspirado fuertemente por subestilos como el avant-garde, blackgaze o industrial.
En el apartado lírico, Manuel siempre se ha caracterizado por reflejar ambigüedad, dejando espacio para múltiples interpretaciones, inspirándose obviamente en los versos de aquellos que sufrieron la esclavitud en su propia piel. Sin embargo, el asesinato de George Floyd en abril de 2020 durante los movimientos de protesta del #BlackLivesMatter en EEUU le motivaron (entre otros eventos similares) a escribir letras más directas acerca de la lucha contra la discriminación racial. Así, publicaría el EP Wake Of A Nation (2020).
A mediados de 2021, empezó a publicar singles (5 en total) del ya mencionado disco homónimo, que ha terminado por publicar en su totalidad el pasado mes de febrero. En su trabajo más reciente hay que sumar a todo lo anterior un ligero incremento de la experimentación con sintetizadores/elementos del lo-fi. Es de agradecer el hecho de que cuando una banda hace más “accesible” su sonido, esto sea pura- y meramente un resultado añadido de sus inquietudes artísticas, sin obedecer lo que dicte el público o la industria de manera directa; no obstante, su propuesta musical sigue siendo “no especialmente accesible”. Por otra parte, resulta llamativo que en su paleta sonora se esté empezando a atrever con las formas de folk norteamericano presumiblemente preferidas por el público cuya ideología contemple con añoranza los tiempos pasados de esclavitud, correspondiéndose en este caso con la música country (de manera sutil, eso sí).
Llegados a este punto, podemos concluir sin duda alguna que Zeal & Ardor es un proyecto que ha alcanzado las expectativas creadas y cuya proyección les garantiza un futuro mejor que su presente, todo ello partiendo de una de las propuestas musicales más originales de la última década.
Entrada realizada por Daniel Jiménez, monitor de Rock Camp.