El lunes pude asistir al segundo concierto de Metallica en Madrid. Una fecha marcada en el calendario a la que tenía muchas ganas porque presentaban su último disco Hardwired…To Self Destruct (2016) que como os comenté en la reseña de hace unos días, me gusta especialmente.
Llegué a los aledaños del WiZink Center con el tiempo justo para juntarme con unos cuantos fans de Metallica y entrar al recinto. Teníamos entrada de pista, algo que teniendo en cuenta el escenario central que llevan en esta gira, hace que todo el público tenga a los 4 miembros de la banda muy cerca.
El show comenzó con casi 20 minutos de retraso tras sonar «It’s A Long Way To The Top» de Ac/Dc y «The Ecstacy Of Gold» de la banda sonora de «El Bueno, el Feo y El Malo» de Ennio Morriconne. La banda salió a por todas con los dos temas que abren su último disco, perfectas para empezar: caña de la buena con «Hardwired» y un «Atlas Rise» que ya suena a clásico. A partir de ahí iniciaron un repaso a los primeros diez años de su carrera tocando sus temas más clásicos. «Harvester Of Sorrow», «Fade To Black, «Blackened», «Last Caress» y «Creeping Death» fueron las novedades respecto al concierto del sábado en el mismo recinto. No tocaron ningún tema de la era Load/Reload (1996-1997), ni del St. Anger (2003), ni de Death Magnetic (2008). Sabíamos que «Fuel» sí que había sonado un par de días antes, pero personalmente me sorprendió que el Death Magnetic quedase totalmente olvidado. Aún así, con una banda como Metallica, cualquier setlist que hagan está lleno de temazos y es maravilloso.
La selección de temas nuevos fue perfecta para mi gusto, ya que pudimos escuchar el primer cd de su último disco al completo. «Now That We Are Dead» (con batucada de los 4 miembros incluida) y «Dream No More» sonaron tremendas; «Halo On Fire» quedó perfecta con un Hetfield prodigioso a la voz y una estructura digna del «Master Of Puppets; y «Moth Into Flame» sonó al hit que es y contó con el acompañamiento de un montón de drones con luces como si fuesen la polillas. Mediado el concierto llegó un momento de respiro, pero sin dejar de hacer música. Robert Trujillo y Kirk Hammet se marcaron un homenaje al Rock español tocando «Mi Rollo es el Rock» de Barón Rojo con el público coreándola de principio a fin. Un bonito gesto para nuestro país.
También hubo un momento muy bonito en el que Hetfield interactuó con un niño de 12 años y habló de la variedad generacional que había entre el público. A lo largo del concierto mencionó varias veces un concepto que les gusta tanto a ellos como a los fans como es el de Familia Metallica.
La banda sonó cohesionada, como siempre. James Hetfield es un portento y parte fundamental del alma de Metallica, Kirk Hammet trasmite buen rollo y habilidad con el whaha (basta ya de meterse con él), Robert Trujillo es una bestia escénica y además hizo su homenaje a Cliff Burton tocando “(Anesthesia) Pulling Teeth”; y Lars Ulrich en su linea, aguantando el tipo solventemente y siendo la otra mitad del alma de la banda.
El escenario central es un acierto y el juego de luces como siempre magnífico. Visualmente el show se completa con unos cubos que suben y bajan con vídeos y proyecciones que ambientan las canciones y estéticamente quedan genial. El sonido quizás un pelo bajo, algo que es sano para los oídos pero que si estuvies un poquito más alto no supondría ningún problema. Lo que es increíble es el despliegue técnico para que suene todo bien y en su sitio, sobre todo teniendo en cuenta los 8 micros en los que va cantando indistintamente.
El público estuvo entregado aunque hubo bastante gente irrespetuosa con los demás, que fumaban cuando es algo que está totalmente prohibido. En mi caso vi como llamaban la atención varias veces a gente que tenía cerca y éstos hacían lo que les daba la gana. Además el tema de los móviles es caso a parte. Resulta muy molesto pasarte el concierto completo intentando esquivar con la mirada los cientos de móviles alzados grabando y haciendo fotos. Entiendo completamente las prohibiciones en algunos conciertos, tenemos que intentar ser conscientes del privilegio de ver una actuación en directo con nuestros propios ojos y no a través del objetivo de una cámara.
En definitiva, un show para el recuerdo. Es la cuarta vez que veo a Metallica en directo y estoy seguro que no será la última. Por fin he podido verlos en un pabellón y merece muchísimo la pena. Así que espero que no tarden en volver.
Entrada y foto de cabecera realizadas por Javi Miralles, Coordinador de Rock Camp