Este año se cumplen 40 años de Darkness On The Edge of Town (1978), uno de los discos más aclamados de Bruce Springsteen y vamos a dedicarle una entrada como disco clásico que es.
Con Born To Run (1975), Bruce Springsteen conquistó Estados Unidos, pero a pesar de poner a crítica y público a sus pies, la verdad es que tenía muchas razones para no estar contento. La principal es que después de este monumental disco se encontró metido en un litigio con Mike Appel, su anterior representante, y el juez le prohibió publicar música nueva hasta que se llegara a un veredicto. En esta situación, Springsteen tapó su frustración componiendo como un loco (llegó a escribir 70 canciones para el disco que evaluamos hoy, y algunas de ellas las podemos disfrutar en el magnífico The Promise (2010). Así que este disco nace por un lado del dolor y, por el otro, de la ambición. En sus propias palabras, él no quería “ser rico ni famoso, sino grande”. Bruce había iniciado un camino de ascenso y no quería que nada lo detuviera, empeñado como estaba en demostrar a sí mismo y al resto del mundo de lo que era capaz. Y madre mía, de lo que fue capaz…..
“Badlands” abre el disco, haciendo del este comienzo uno de los más reconocibles en la discografía del Boss, tanto que a día de hoy sigue siendo su tema preferido para empezar los conciertos. Un tema muy vitalista, que tiene todas las características de las canciones de Springsteen, llevadas a la perfección.
Con “Adam Raised A Cain” empezamos a vislumbrar la oscuridad del disco, en este caso transformada en rabia. Springsteen no canta, grita y suelta su enfado con su padre, y contra la idea de que está destinado a ser un hombre corriente, simple, igual que él. Los bendings de las guitarras añaden tensión a la situación, mientras que el ritmo firme pero machacón de la sección rítmica nos traslada a las fábricas de Nueva Jersey de las que Bruce quiere escapar. Una absoluta joya.
La delicadeza reaparece con “Something In The Night”. Aquí volvemos a sentir las noches de verano, el calor excesivo y una cama que en vez de unir separa a los amantes. Melancólicas melodías nos guían a saber que aunque aún haya chispas, el fuego se apagó hace tiempo. Las ganas de vivir nos vuelven con “Candy’s Room”, canción en la que destacan los instrumentistas de la E Street Band, y “Racing In The Street”, bella como pocas, nos lleva con su cadencia a los atardeceres de una bahía en plena juventud, en ese momento en el que el trabajo no te satisface lo más mínimo y te sientes atrapado, pero tienes las carreras por la noche para poder desahogarte. Esta canción es una de las cimas del Springsteen triste, pero consciente.
La cara B (ay, qué tiempos aquellos en los que se dividían los álbumes en dos caras cuyo orden de las canciones tenía un sentido y una intención) comienza con el gran tema de toda la trayectoria del Boss: la esperanza. “The Promised Land” es una canción perfecta para conducir solo mientras piensas en todas aquellas veces en las que has huido de tus problemas y, mientras una media sonrisa se esboza en tu cara, sabes que ahora todo tu ser se ha alineado para enfrentarte a ellos y salir triunfante.
Sin embargo, el trabajo como algo alienante sigue presente en “Factory”, pieza cortita pero que nos angustia con su estribillo. De ahí parece que vamos a la iglesia del barrio con el comienzo de “Streets Of Fire” y llegamos a “Prove It All Night”, la canción que quizá más tiene el espíritu del Springsteen de siempre. Alegre, intensa y con estribillos para corear con los amigos mientras os abrazáis en el pub. La despedida del disco la marca la homónima “Darkness On The Edge of Town”. Manteniendo el tono melancólico, nos deja con una pregunta: ¿hay luz más allá de la oscuridad? La ciudad aprisiona al individuo, no le deja respirar, y la oscuridad envuelve el final de la ciudad. Sin embargo, y a pesar de todo esto, cada día nos levantamos, luchamos y buscamos otorgarle una pizca de sentido a nuestra corta existencia. El Boss nos deja con la pregunta sin responder, pero dando una pincelada de luz con su música.
Entrada realizada por Fran García Crespo, Monitor de Rock Camp.