Izal y la magia en los fogones.
A veces a uno le apetece ir a un restaurante y pedir un “Mar de arroz al toque de azafrán con hilos de mejillón en tempura” y otras veces lo que te pide el cuerpo es ir a casa de la abuela y pedir que te haga unas “cocretas”. El objetivo viene a ser el mismo, comer bien, pero la manera de presentarlo dice mucho de quién cocina y de quién come el plato. Pero quitándole todos estos añadidos, al fin lo que importa es comer, y en la medida de lo posible, comer rico y bien.
Pues esto es lo que pasa con uno de los grupos revelación de los últimos años en el panorama del indie en español: Izal. Izal vienen a ser lo que el “muffin” a las madalenas: no han inventado nada, pero han cogido una fórmula anterior y le han dado un toque personal (un poquito de rock, un poquito de electrónica, mucho ritmo de baile), teniendo un gran oficio como músicos y dándole al público exactamente lo que quiere recibir. No existe una fórmula para el éxito, pero los miembros de este grupo han demostrado ser los más listos de la cocina.
He visto a Izal 4 veces (tener una novia y amigos que adoran el indie ayuda bastante), y esta última vez ha sido la que más he disfrutado. Un pabellón Pisuerga totalmente entregado al concierto fin de gira de “Copacabana”, su tercer disco, esperaba a un grupo que no defraudó desde el minuto 1. Previamente Modelo de Respuesta Polar calentó el ambiente para los más fans (a mí me dejaron frío, estoy cansado de cantantes sosainas que parece que se lamentan sin más y no me transmiten emoción alguna).
En esta ocasión Izal presentaron una escenografía muy bien pensada, con pantallas que ayudaban a ver a los que estaban más lejos (aunque con un poquito de retardo en la imagen), un sonido impoluto y una banda que está más que trabajada. Se les notaba cómodos, seguros de sí mismos y hasta Mikel, el cantante y líder, se veía cómodo en un traje de frontman que en ocasiones previas le había venido algo grande. El setlist era diferente a las otras veces que les había visto en esta gira, cosa que es de agradecer, y los temas iban cayendo uno tras otro, destacando “Agujeros de gusano”, la inédita “Ruido Blanco”, el extracto de “Oro y Humo” o el éxtasis comunal de “La mujer de Verde”, “Copacabana” o la enorme “Pequeña Gran Revolución”, que Mikel dedicó a sus sobrinas y que provocó más de una lágrima entre el público. Huimos hacia adelante con “Hacia el Norte” (en la que un servidor se vino muy arriba) y perdimos el miedo con “Pánico práctico”, y aunque a mí en particular ese tema nunca me ha dicho nada reconozco que gana en directo. Sabiamente y como en toda la gira, cerraron con “El baile”, poniendo la guinda con un tema que es puro hedonismo mientras nos caen tiras de papel del techo.
Fuera del pabellón, una gélida Valladolid nos devolvía a la realidad. Pero mientras volvíamos a nuestras vidas quedaba una sensación de gratitud hacia 5 tipos que nos han devuelto momentáneamente la esperanza usando “Magia y Efectos especiales”. Así que quitaos los prejuicios y a comer buena música.
Entrada realizada por Fran García Crespo, Monitor de Rock Camp.