Roger Waters no hace música. Es… otra cosa. De verdad. La mezcla entre el sonido, las luces, las ilustraciones y la puesta en escena hacen que un concierto suyo sea una experiencia totalmente distinta a la que uno está acostumbrado.
El pasado jueves pude disfrutar del concierto que ofreció Roger Waters en Madrid ante un Palacio de los Deportes repleto de fans de Pink Floyd. Tocó el jueves y el viernes y ambas fechas fueron sold out. Aunque llegara tarde llegué a lo importante, «Breathe» abría el concierto con un despliegue de músicos (10 artistas sobre el escenario) y audiovisuales abrumador. La siguiente canción más aclamada fue «Time» y a esta le siguieron otros temas igualmente conocidos como «The Great Gig In The Sky» o «Welcome To The Machine». Después pudimos oír algunas de su proyecto personal, como «The Last Refugee» en la que se proyectó el precioso videoclip mientras la tocaban. «Wish You Were Here» con todos los móviles grabando, «The Happiest Days Of Our Lives», pero la sorpresa vino con «Another Brick In The Wall», en la que aparecieron varias figuras encapuchadas sobre el escenario que a mitad de canción se descubrieron la cara y se pusieron a bailar. Eran un grupo de niños de Madrid que seleccionaron para la canción, aquí tenéis su estupenda actuación:
Aquello fue impresionante, pero lo mejor estaba por llegar. Después de un breve descanso, el concierto se reanudó con «Dogs» y «Pigs (Three Different One)» dedicada enteramente a Donald Trump y en la que tuvimos un cerdo hinchable enorme volando por el recinto un buen rato. Para estas canciones y el resto del espectáculo una pantalla enorme con la forma de la fábrica que podemos ver en la portada del Animals (1977) descendió desde el techo y quedó suspendida a pocos metros de las cabezas de los que estaban en pista.