Era la cuarta vez que veía este proyecto, la séptima que veía a Mark sobre el escenario, y lloré. El concierto de Tremonti en Madrid se resume en una hora y media incesante de música a un nivel descomunal. Habiendo visto bandazas como Iron Maiden, Halestorm o Parkway Drive este año, y a falta de mes y medio, creo que Mark se lleva la palma.
La tarde comenzaba con los franceses Disconnected, quienes practican un metal moderno muy de moda últimamente. Combinando agresividad, melodías y técnica, me recordaban a una evolución de sus compatriotas Dagoba. Para quienes no les conozcan, Disconnected son un híbrido entre Gojira y Periphery con tintes melódicos.
Tras ellos, llegarían The Raven Age, banda del hijo de Steve Harris (Iron Maiden), a quienes ya vimos telonear a Tremonti en 2015. Ahora venían con temas y cantante nuevo; y tras haber girado con “La Doncella de Hierro” las dos últimas giras. También vimos la incorporación de algunos guturales en sus temas, creando unos temas de metalcore de libro. Su show se hizo algo monótono, pero entretenido.
Y llegaría el momento del maestro. Considerado uno de los mejores guitarristas de nuestro milenio y capaz de crear himnos con tres proyectos distintos, Tremonti salía a escena con su banda al son de “Cauterize”. Explosión absoluta desde el minuto cero, y un sonido nítido a la par que bestia.
Durante hora y media, el cuarteto estadounidense repasó los grandes éxitos de su discografía y soltaron algunas perlas menos comunes como “Catching Fire” o “Traipse”. Quizá, como fan acérrimo de la banda, eché de menos algunos cortes del último disco como “As The Silence Becomes Me” o “Desolation” (la cual, tengo entendido, se escuchó en la prueba de sonido). Pero vamos, esta sería la única pega a ponerle al que, para mi, fue el mejor concierto del año.
Entrada realizada por Diego Solana, Monitor de Rock Camp.