El nombre de Ángel Calvo os resulta familiar a (suponemos que) muchas de las personas que han pasado por Rock Camp en los últimos años. Monitor y profesor de sonido en el campamento, destaca aún más su proyecto musical, el cual os hemos presentado en ocasiones anteriores, y hasta llegado a ilustraros en profundidad. Pues bien, el pasado viernes día 1 de abril se presentó la ocasión de volver a disfrutar de su música en directo, oportunidad especial si cabe, ya que se subió al escenario acompañado de la Calvand en lo que ha (o parece haber) sido la única ocasión de contemplar este formato en 2022. Por suerte para vosotr@s, aquí os traemos la crónica de dicho concierto:
El emplazamiento del evento fue la Sala Cadavra (antiguo Costello Club), en Madrid capital. Pasadas las 21:30 horas se subió la banda al escenario. Si bien ya hemos descrito en entradas previas quién forma parte de la Calvand, queremos destacar de nuevo a Carlos Cuervo y Franco Spatz, profesores de guitarra y bajo en el campamento, respectivamente.
Ángel y compañía arrancaron el setlist con “Prepotente”, en modo 100% eléctrico, recordando a los mejores Tequila. Mantuvieron esta energía hasta “Bueno estaba y se murió”, sonando entre medias canciones similares en estética pero más cercanas a un medio tiempo como es el caso de “Golondrinas” y “Sin mediar una palabra”, en línea con lo que ofrece la carrera de Ariel Rot en solitario (es evidente la influencia del músico argentino en Ángel).
En la siguiente parte del set, con nuestro frontman cambiando la guitarra eléctrica por la acústica, empezarían a sonar canciones de corte más acústico (valga la redundancia), a saber, “Fósil” y “Grillos”, primas-hermanas pertenecientes cada una a un volumen distinto de “Esperando…”. A partir de estas canciones se empezó a distinguir mejor el violín del gran Manu Clavijo, gracias a una correción de los volumenes desde la mesa de sonido, pero igualmente debido a un mejor empaste con el resto de instrumentos en las canciones alejadas (en mayor o menor medida) del más puro sonido rocanrol.
Seguidamente, contaríamos con la presencia del cantautor Andrés Iwasaki (de quien ya os hemos hablado previamente en esta entrada del blog), quien se subió al escenario invitado por Ángel para interpretar una canción de cada uno (para un total de dos): en primer lugar, “Que salten las alarmas” (gag de ambientador incluido, que entendieron aquellas personas conocedoras de la letra de la canción), y en segundo y último, “Al margén de ojalá”, esta última interpretada a dúo únicamente entre ambos músicos.
Tardaría en volver la banda al tablado tras la intervención de Iwasaki, ya que Ángel siguió en el escenario únicamente acompañado por su sombra para ofrecernos “Escombros” y “Cantar y coser”, 2 canciones relativamente nuevas, presentadas en ocasiones anteriores. Una pena que la intimidad que ofrecía el momento se viera parcialmente truncada por la cháchara de algunas personas, bebida en mano, cuyo desinterés no correspondía la gran interpretación de Ángel. Desde Rock Camp os recordamos cordialmente que ese gesto está muy feo…
Volvería la Calvand al escenario para retornar a la faceta más rocanrolera con una canción rescatada de su catálogo más antiguo, “Luna rocknroll”. Y acto seguido, pasaríamos a la recta final de la velada, con un auténtico trío de ases: “Fideo de otra sopa” (favorita de la discografía de Ángel para un servidor…), “Esperando al 71” (incluyendo guiños a canciones como “Put your records on” (Corinne Bailey Rae), “Take a walk on the wild side” (Lou Reed), y… “HENTAI” (Rosalía), además de un duelo de solos entre el violín de Clavijo y la guitarra de Cuervo), y “Paz”. He decir que me gustó bastante en este trozo del setlist como han compuesto los arreglos instrumentales para llevar estas canciones al formato Calvand, especialmente en lo que respecta a los arreglos de guitarra, y aún más en lo que respecta al final de las canciones, acabando por todo lo alto de una manera sobresaliente. A ello hay que sumarle la energía que se respiraba en el público, con todo el mundo cantando intensamente el total de los versos de estas canciones.
Pero aún quedaba el bis, el cual estaba compuesto por 2 canciones. La primera de ellas sería “Estamos aquí”, canción nueva interpretada por primera vez en este concierto, y que no volverá a sonar hasta el lanzamiento de su versión de estudio (según me han confirmado fuentes internas); trata de cómo gestionar el bajón en momentos en los que parece que todo va mal, con varias situaciones negativas surgiendo a tu alrededor de manera simultánea y sobre las que muchas veces no tienes control (algo recurrente en este último par de años con la pandemia), llegando incluso a no encontrar motivación alguna para afrontarlas, pero con las certezas de que la vida sigue adelante y de que no eres la única persona que se encuentra en esos contextos.
La segunda y última canción de la noche sería el último as que Ángel se guardaba bajo la manga para completar el poker: “Vals del raro enamorado”, con la que se cerraba así por todo lo alto una gran velada, y de la que nos llevamos las ganas de poder escuchar esas nuevas canciones por nuestros auriculares más pronto que tarde, mientras esperamos al 71.
Entrada realizada por Daniel Jiménez, monitor de Rock Camp.