Hoy venimos a hablaros de un discazo que cumple 25 años, y que ostenta el récord de ser el disco independiente que más copias ha vendido de la historia: «Smash» (1994), de The Offspring.
Abril de 1994. El mundo del rock se convulsiona con una tragedia enorme, la muerte del líder de Nirvana, Kurt Cobain (pincha aquí para leer nuestro homenaje). Hordas de fans lloraban la muerte del genio, y en general no sabían reaccionar al duelo. Nirvana y el grunge nos habían abierto las puertas a un mundo en el que el desencanto vital se expresaba mediante la rabia, y la rabia mediante la música. Y así, de golpe y porrazo, nos quedamos sin guía. Los meses siguientes vivimos un duelo extraño (siempre he hablado de lo complicado que es explicar que sientas pena y nostalgia por alguien que no has conocido jamás), pero de alguna manera había que salir. Y algunos lo hicimos gracias a “Smash”, el tercer disco de The Offspring, en el que se consagraron como una banda de talla mundial y, a día de hoy, el disco independiente que más copias ha vendido de la historia, alrededor de 11 millones. Curiosamente, el disco salió a la calle el mismo abril de 1994. Y aunque fue a través del boca a boca como llegó esta banda a nuestros oídos, el corazoncito romántico del que escribe le hace pensar que este disco salió para ayudarnos a superar un mal momento, y que, aunque el mundo nunca sería igual, la música seguía estando ahí para nosotros.
“Time to Relax” es una introducción hablada, en la que se nos invita a relajarnos, a quitarnos los zapatos, ponernos cómodos y disfrutar. Buen planteamiento irónico de entrada, ya que lo siguiente que vamos a escuchar no está pensado precisamente para que nos quedemos en el sofá. Con “Nitro (Youth Energy)” se presentan las cartas, tanto líricamente con el lema punk del estribillo (“No Tomorrow”) como con el estilo: baterías trepidantes, distorsión a raudales y melodías altísimas por parte del cantante. “Bad Habit” parece que rebaja levemente el ritmo pero nada más lejos de la realidad, volvemos al ansia de pogo a través de referencias como los The Germs o Descendants, o incluso Fugazi. “Gotta Get Away” tiene un ritmo casi de baile que nos lleva hasta un estribillo hímnico, en uno de los singles mejor escogidos del disco. “Genocide” establece un ejemplo perfecto de cómo de la simplicidad punk nos movemos al hardcore melódico con una estructura de sota, caballo y rey, pero absolutamente infalible. El estribillo es una maravilla para cantar con los colegas a grito pelado mientras intentas sobrevivir al pogo.
“Something To Believe In” es otro temazo en el mismo estilo que el anterior, con el único problema del lugar del disco en el que está. Se siente como un tema que no aporta mucho, pero es más porque empequeñece ante los gigantes que tiene antes y sobre todo, las dos que vienen después, y no porque no sea una gran canción. Continuamos con otro single (madre mía, en este disco parece que los hay a cientos), “Come Out and Play”. Es vacilón a más no poder, uno más de los temas más redondos de este disco, con un riff que se podría calificar de arabesco, que te mantiene arriba a la vez que parece que juega contigo.
Y llegamos a “Self-Esteem”, el himno. Empezamos cantando el riff principal a capella y como solo se hace entre amigos con unos cuantos zumos de más, y luego ya nos metemos en un temazo como la copa de un pino. El ritmo se mantiene fijo, estable, y son los añadidos de guitarra y bajo los que nos meten la intensidad necesaria, para llegar a un estribillo sin letra que todos podemos corear. Imprescindible.
“It’ll Be A Long Time” y “Killboy Powerhead” palidecen un poco comparadas con lo anterior, aunque son pelotazos hardcore con un gancho que ya querrían discos enteros de otros grupos. Cambiamos un poco de tercio con “What Happened To You?”, pasando a un ska feliz y bailongo con el que es imposible no echarte a bailar.
“So Alone” y “Not the One” son quizá los temas que menos aportan al conjunto, demasiado parecidos a otras canciones mejores. Y finiquitamos con “Smash”, coronándonos con un tema que destila mala leche, nostalgia y creencia en que algo mejor está por venir. Y por suerte, tiempos mejores vinieron.
Entrada realizada por Fran García Crespo, Monitor de Rock Camp.