La tranquilidad, al final la tranquilidad es lo que se busca. Como en una piscina de Teruel. Y eso nos han venido a enseñar los Arctic Monkeys en esta ocasión en su esperado regreso tras el tremendísimo AM (2013). Han sido 5 años de espera, una eternidad para muchos que esperábamos el regreso de la banda de Sheffield y la acogida entre los fans más acérrimos del nuevo disco ha sido dispar.
La primera escucha es fría, la verdad, es un disco difícil para entrar a la primera, lleno de medios tiempos y melodías suaves en la que Alex Turner se mueve como pez en el agua con abundantes dosis de delay en la voz. Y sobre todo sin ningún hit inmediato como podía ser “Do I Wanna Know”.
La verdad es que por momentos recuerda a un disco de The Last Shadow Puppets (descúbrelos pinchando aquí), la banda paralela de Turner con Miles Kane. Alberga similitudes con estos y se entiende al escucharlo cual ha sido la deriva de Turner estos últimos tiempos.
Lo que se demuestra escuchando este disco es que estos Arctic Monkeys son otros, un grupo en constante evolución, que comenzó muy joven con la furia propia de los veinte años y ahora en sus treinta han cambiado varias veces de piel. No se han conformado con la fórmula que les llevó al éxito (nunca lo han hecho, en realidad) pero con cinco años entre discos el cambio es más que notable.
Me parece una postura artística y creativa muy acertada, o al menos elogiable, la de no caer en el auto-plagio disco tras disco y hacer sencillamente lo que te dé la gana. Sobre todo si sabes llevar los medios tiempos con esta clase y aguantar el previsible chaparrón de críticas con esta pose sin despeinarte:
Quizá a los fans de la primera época o a los incondicionales de AM no les guste este disco, como a ese fan de la primera época de Green Day que escucha American Idiot (esto es una auto-colleja), pero a los que puedan escucharlo con la mente abierta será un viaje hacia una nueva dimensión de la banda, con multitud de elementos y sonidos nuevos, y con las habituales reflexiones cómicas y referencias pop a las que nos tienen acostumbrados en sus letras.
El disco comienza con la canción “Star Treatment” y la frase “Solo quise ser unos de los Strokes, y mira el lío que me has hecho montar” y puede ser un buen resumen del disco.
Y es que al final la tranquilidad es lo que se busca.
Entrada realizada por Pablo Giral, Monitor de Rock Camp.