Hoy inauguramos una nueva sección en el Blog. Se trata de Game Changers, esos puntos de inflexión en la Historia del Rock que marcaron un antes y un después. Los que habéis estado en Rock Camp ya conoceréis muchos, porque hemos hablado de ellos en el campamento. Empezamos.
Retrocedamos un poco en el tiempo, viajemos a los años 60. En el ámbito musical, el nuevo clima generado en Estados Unidos por el Rock’n Roll causó asombro y después adicción, quizás por la fusión de músicas negras como el rhythm and blues, o por la actitud del joven rebelde que va tomando poder liderados por Presley y que se deja seducir por unos nuevos y más fuertes ritmos 4/4 resaltando el último tiempo. Mientras en España estábamos aún intentando comprender los gorgoritos de Joselito y nos ilusionábamos con el salto a Hollywood de Sara Montiel, en Estados Unidos, tierra natal de Bob Dylan, aparece la contracultura hippie donde pretenden una nueva sociedad hedonista que reza a lo natural, al amor y a las drogas para lograr una apertura de mente. Esta generación fue la que tomó al Bob Dylan de su mítica propuesta de guitarra, harmónica y voz como su representante. Ya situados, nos encontramos con nuestros pantalones de campana en el concierto de Bob Dylan de Mayo del 66, dos años antes de que la frustración acumulada por la imposibilidad de cumplir el sueño colectivo, se liebre en forma de violencia por todo el planeta.
La primera parte del concierto transcurrió con normalidad, pero en la segunda, para sorpresa del público, Dylan, salió al escenario con 110 voltios de electricidad sonando más rockero que nunca. En estado de shok el público le abucheaba al grito de ¡Judas! Tras interpretar “Maggie’s Farm”, prosiguió con “Like A Rolling Stone» con esos aires blues en modo mayor que contrasta con la asertiva pregunta del estribillo “how does it feel?” La música no hace más que ser un hipnótico constante solamente roto por un riff de órgano improvisado, para así acompañar una letra que nos narra la historia de una joven de familia adinerada que ha caído en desgracia y ahora se encuentra sola. Revolucionaria en su contexto pues no habla del amor, sino de resentimiento, de venganza, aunque también de libertad, al despojarse de todo ese consumismo y corrupción del dinero, logra liberarse al fin. Por otra parte, quizás ya refleja esa frustración de la realidad de a situación sociopolítica americana que explotará y se tornará agresiva. Indicios de ello vemos en la reacción del público de Mánchester tachando a Dylan de Judas por la supuesta traición al folk, por volverse “mainstream”. Pobres ilusos, no entienden nada. Son ahora ellos, los puristas del folk los que se convierten en esos adultos del conflicto generacional que hemos querido evitar desde mediados de los 50, acomodados en su zona de confort donde piensan que ya lo tienen todo hecho, pero la vida, al igual que la historia está hecha de cambios, de idas y venidas en un movimiento pendular donde hemos de sentir no solo la obligación, sino el deber de cambiar. Pensemos en la necesidad y creemos algo nuevo sobre lo que ya tenemos, como ya nos decía Newton, aprovechemos y veamos más allá para seguir adelante, pues estamos alzados a hombros de Gigantes.
Entrada realizada por Beatriz López Nogales, Monitora de Rock Camp
¡Buen comienzo de sección! Un comentario fresco, documentado, ágil y motivador. Mis dieces a Beatriz López Nogales.
¡Muchas gracias, Enna!