Con su anterior disco, The Colour Before the Sun (2015), Coheed and Cambria quisieron hacer un álbum menos complejo y más directo, recuperando el gusto por tener, simplemente, una banda de rock. Sin embargo, en su nuevo disco The Unheavenly Creatures (2018) han querido volver a la épica de las Guerras Amory, la línea narrativa de toda su discografía. Y qué manera de volver.
Grupos como este son extraños, y conceptos como el que tienen en sus discos lo son aún más. Si bien en el progresivo es común hacer álbumes conceptuales, es muy extraño encontrar discografías enteras dedicadas a desarrollar una gran saga, y más extraño aún que la historia sea tan compleja, tan serie B de ciencia ficción y tan autoconsciente con ejercicios de metaliteratura impresionantes. Pero así son los neoyorquinos, y continúan en su gran obra con este “The Unheavenly Creatures”.
El disco comienza con un piano asentando un prólogo hermoso y un tema como “Dark sentencer”: donde se desarrolla una épica progresiva estilo los Maiden del “A Matter of Life and Death” (escúchalo pinchando aquí). El tema es larguísimo, pero ideal para menear los puños y desgañitarnos en directo. Le sigue “Unheavenly Creatures”, con un homenaje a la música de videojuegos de 8 bits para un tema deliciosamente melódico. “Toys” me recuerda a los Rush más melódicos (como en este tema), mientras que “Black Sunday” vamos de la mano de melodías árabes hasta algo parecido a “The Black Parade” de My Chemical Romance.
“Queen of the Dark” es una joya que entra lenta, destacando lo bien empacada que está la sección rítmica que otorga la cadencia necesaria para el desarrollo de la canción. Por otro lado, “True Ugly” nos trae al hardcore melódico de sus principios aunque baja revoluciones en el estribillo. “Love Protocol” es un tema puro Coheed and Cambria: estribillo épico que levanta una estrofa que ha jugado con ritmos y cambios de intensidad, y “The Pavillion” mola mucho, es la canción más pop hasta el momento, aunque el disco se resiente porque en este momento ya nos da la sensación de estar repitiendo fórmulas. “Night Time Walkers” queda de relleno, pero todo vuelve a subir con “The Gutter” en un tema que transmite ansiedad, melancolía y agobio, (qué ganas de gritar “Call your mother!” en un directo) con un video que ilustra la historia hasta ponernos los dientes largos.
“All on Fire” y «It Walks on Us” pasan sin que les prestemos realmente atención porque es más de lo mismo. Pero cuando todo parece que va encaminado al olvido aparece “Old Flames”, la canción más single del disco. Usando la melodía de la intro (importantísima es en este tipo de obras la coherencia leitmotívica de las distintas piezas) crea un tema inmediato e inteligente para finalizar. Es curioso, no suelen estar colocados temas como estos tan tarde en los álbumes, y aquí hace levantar de nuevo el vuelo a la banda. Eso sí, acabamos con “Lucky Stars”, que nos ejerce de epílogo a la historia.
El inconveniente de la narrativa en los discos es que si tienes mucho que contar tienes que alargar demasiado el disco. Este disco no es el más cohesivo ni completo de los Coheed, y quizá carece la espontaneidad del anterior, pero nos ha traído sus mejores melodías desde hace 10 años. Bienvenidas sean.
Entrada realizada por Fran García Crespo, Monitor de Rock Camp.
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