En el mismo fin de semana me veía visitando Madrid para asistir a tres conciertos distintos: empezaba el viernes con Alter Bridge y acababa con Royal Blood, dos bandas caracterizadas por su compromiso rockero y su contundencia. Pero entre medias tenía el concierto que se salía más de la norma: los valencianos La Raíz daban su concierto de fin de gira y grababan DVD en el Palacio de Vistalegre.
Desde bien pronto había gente en los alrededores del palacio, que acabaría viviendo un lleno absoluto. Las entradas de pista habían volado pronto, por lo que nos colocamos a nuestros asientos mientras disfrutábamos del rap ácido y paródico de Sons of Aguirre.
Pero el plato fuerte era claro: La Raiz. La explosión de la banda gandiense en los últimos años les han convertido en una banda a tener muy en cuenta. Todos sus discos son una sólida mezcla de géneros (rock, reggae, ska, punk, rap….), muy bien ejecutados en canciones que reivindican un mundo mejor. Para mí, que ya peino canas (cuando las peino) han venido a llenar el hueco que ocupaban Ska-P para los de mi generación. E incluso diría que ahora mismo La Raíz está en un momento muy dulce, tanto como el que experimentaron los vallecanos con El Vals del Obrero (1996).
El concierto comenzó con la «Las miserias de sus crímenes», la intro de su último disco, Entre poetas y presos (2016), que sería acto seguido la canción con la que abrirían en serio. Desde el primer momento muchas cosas se hicieron evidentes: por un lado, la total conexión con el público, que coreó cada uno de los temas dejándose las gargantas; por otro, el buen hacer de un número ingente de músicos (llegué a contar hasta 15 encima de las tablas) que hacen del mestizaje su signo de distinción y se comprometan de forma brutal, haciendo bailes coreografiados sin perder calidad interpretativa ni sonido; y por último, lo poderosa que es su propuesta, especialmente en el caso de los vocalistas: uno se encarga de las voces más melódicas, otro de las más raperas, otro del reggae y por último Julio, que se dedica a un poco de todo lo anterior, pero sobre todo a romper el molómetro.
Entremezclan temas de sus 4 discos, dándole más importancia al último al final del concierto. Temas como «Jilgueros«, «Borracha y callejera» o «Por favor» nos hacen bailar, mientras que «Elegiré» nos emociona (impresionante ver a 10000 almas moviendo sus brazos al unísono) y «La hoguera de los continentes« nos convierte a todos en una sola voz. La tríada de temazos que constituyen “A la sombra de la sierra”, “Rueda la corona” y, por último, esa declaración de intenciones llena de esperanza en el futuro que es “Nos volveremos a ver”, nos llenan de una sensación de felicidad indescriptible. Sí, el mundo puede ser una mierda, pero gente como los chicos de La Raíz hacen que miremos al horizonte con los ojos menos cerrados. Gracias por esto, y por los días que vendrán.
Entrada realizada por Fran García Crespo, Monitor de Rock Camp.