Hoy os traemos el análisis de uno de los discos que mejores críticas ha recibido en el año que apenas acaba de terminar. Con todos vosotros, IDLES y su “Joy as an Act of Resistance”.
Todos los años, al pasar el período navideño, tengo la (yo creo) sana costumbre de leer todos los artículos habidos y por haber que salen en las publicaciones especializadas de música porque siempre hacen una revisión de lo mejor del año. Y este año he podido hacer dos conclusiones: la primera, que todo el mundo ha perdido la cabeza con Rosalía y su segundo disco, “El Mal Querer”. Sin embargo, no es de ella de quien vamos a hablar aquí hoy, sino de mi segunda observación: en muchísimas revistas nombraban a “Joy as an Act of Resistance”, el segundo disco de IDLES, como el mejor disco del año. Así que me dispuse a comprobar, y tras varias escuchas disfrutándolo llegué a tres conclusiones, que ahora comparto con vosotros.
Lo primero que llama la atención es que IDLES son ingleses, muy ingleses. Pero no ingleses con la imagen que quizá muchos tengáis, de té de las cinco de la tarde, la campiña en otoño y canciones autocomplacientes de los sesenta. Me refiero a la Inglaterra combativa, escondida y violenta, la de películas de Guy Ritchie o Ken Loach, la heredera del mensaje de The Clash, que podría salir como banda sonora en un capítulo de Peaky Blinders.
Lo segundo es el sonido agresivo, directo, muy punk, con una batería que en ocasiones suena como una máquina de las fábricas de Birmingham, a barra metálica, y un gusto enorme por el ruido y la distorsión pero sin olvidar que todo responde a darle a una canción lo que necesita.
Y lo tercero que llama la atención es la energía. IDLES son pura rabia, odio, violencia. Su música parece querer destruir el mundo, pero en el mensaje de sus letras nos dicen como reconstruirlo. Son, como el título mismo del disco reza, “La alegría como acto de resistencia”.
Ya empezamos con una tensión que te aprieta las sienes en “Colossus”: algo va a estallar. Y después de 4 minutos de elevar esa incomodidad hasta el punto de que necesitas que estallen, lo hacen. Y vaya si lo hacen. Ya me estoy imaginando, en un concierto, el maravilloso momento de momentánea paz antes de que nos revienten el final de este tema. “Never Fight a Man with a Perm” se basa en un riff machacón que se te queda a la primera, para mezclar el baile con el pogo. Juegan además muy bien pervirtiendo frases de “These boots are made for walking” de Nancy Sinatra, eliminando su toque sexy y añadiendo uno propio, siniestro, como dejando claro que estos tipos podrían reventarte de una paliza. “I’m Scum” es toda una declaración de principios, de orgullo obrero. La siguiente canción, “Danny Nedelko” destaca por ser el single más claro, en el que juegan de forma más inmediata sus cartas: un sonido áspero, un mensaje sencillo, antifascista y potente y un gusto por los coros estilo hooligan que convierten la pieza en una delicia. Aquí podéis ver lo que son capaces de hacer con esta canción en el programa clásico de la BBC, “Later…..with Jools Holland”
“Love song” me encanta por lo que transmite. Literalmente parece algo que podría haber escrito un adolescente hormonado pero el tono en el que se canta hace que entre líneas el mensaje sea muy distinto. “June” hace valer las mismas ideas, y luego llega “Samaritans”, todo un ataque frontal a la masculinidad tóxica, “una máscara que me lleva a mí”. Es probablemente el segundo mejor tema del disco.
“Television” hace un gran uso de la reiteración como figura literaria (en realidad, en todo el disco se usa esa figura a destajo), y después meten el turbo con tres canciones seguidas que no llegan a los 3 minutos cada una (“Great”, “Gram Rock” y “Cry to Me” para acabar con “Rottweiler”, otro tema marca de la casa, que acaba gritando a pleno pulmón el mensaje de todo el disco: “Unity”.
IDLES han sido toda una sorpresa para arrancar bien el año. Si tenéis ocasión de verles en directo (van al BBK Live de este año), no os los perdáis.
Entrada realizada por Fran García Crespo, Monitor de Rock Camp.
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