En la última entrega os conté los comienzos de una revolución, la grabación magnética, que permitía borrar lo grabado y “equivocarse” al hacer una toma sin que supusiera tener que desperdiciar el soporte de grabación.
La siguiente gran novedad vino por parte de los alemanes, que empezaron a producir cintas magnéticas planas, que eran más resistentes que el alambre ante las roturas y sobre todo ofrecían una calidad de grabación muy superior. La experimentación con las cintas comenzó por realizar pases de grabación sucesivos en las cintas sin borrar lo grabado previamente. Les Paul, sí, el mismo de las famosas guitarras, fue pionero en este tipo de grabaciones y se hizo famoso por piezas en las que aparecía tocando él mismo hasta 8 melodías simultáneas con la guitarra.
Tras esto llegó la posibilidad de separar físicamente las pistas, elegir grabar en “media cinta” y no hacerlo en la otra media, posibilitando el borrado parcial y la aparición de los llamados “overdubs”, por ejemplo se podía tener la guitarra de un tema grabada en una pista y en otra hacer sucesivas tomas de voz hasta lograr una perfecta sin afectar a la guitarra grabada previamente. Evidentemente con esto se abría un mundo de posibilidades creativas que los ingenieros de sonido y artistas de la época comenzaron a explotar. En el libro que ya comentamos sobre “El Sonido de Los Beatles” hay una auténtica mina de anécdotas y técnicas de grabación que inventaba y usaba Geoff Emerick con los grabadores de cuatro pistas de los estudios EMI. Acelerar o frenar las cintas, reproducirlas al revés, grabar a mitad de velocidad o con dos cintas a la vez para producir retardos entre ellas son parte del montón de nuevos efectos sonoros de los que The Beatles y The Beach Boys son de los principales representantes.
Con el tiempo la tecnología pasó de cintas de una pista a dos, de dos a cuatro, a ocho, y así hasta los modernos grabadores de veinticuatro pistas en cinta de 2 pulgadas, que se siguen usando en todas las producciones de alto nivel de hoy en día por sus magníficas propiedades sonoras, ampliando así las posibilidades de «overdubs» y mezcla y evitando la técnica del “ping pong”: el volcado de múltiples pistas premezcladas a una única para liberar tracks en la cinta. En este interesantísimo video vemos cómo se coloca la cinta en los cabezales, se añade un comienzo de “cinta inerte” al inicio y se rebobina en un mítico Studer A800, quizá el grabador de 24 pistas más conocido.
La cinta sigue muy presente en los estudios del mundo entero, es un elemento de calidad. La calidez que aporta al sonido se sigue buscando, pese a que desde la aparición de los primeros ordenadores la grabación se hizo mucho más sencilla y económica. En el próximo capítulo de esta serie veremos los albores de una tecnología que puso patas arriba el mundo musical, la grabación digital. ¡Hasta entonces!
Entrada realizada por Pablo Giral, Monitor de Rock Camp.