Si acabáis de aterrizar en esta serie de artículos tenéis ya bastante lectura previa hasta llegar hasta aquí. Hoy vamos a ver cómo el mundo digital tomó el control de las grabaciones de música, y esto fue posible por medio de un invento que desde luego cambió el mundo entero: el ordenador.
Existían desde hace tiempo, pero por primera vez los discos duros y procesadores eran lo bastante rápidos para manejar y editar audio digital. Primero surgieron aparatos grabadores a disco duro, un multipistas que sustituye las cintas DAT que vimos en la pasada entrega por un disco, aunque con capacidades muy limitadas en edición de audio.
Así con la aparición de las interfaces gráficas para los ordenadores empezaron a surgir los primeros programas donde podíamos “ver” el audio, como ahora, aunque por entonces ni soñaban con realizar casi ningún proceso a tiempo real, y aplicar a una pista unos efectos sencillos podía llevar horas de trabajo.
Pese a esto las ventajas a la hora de editar de forma precisa y pista a pista eran tales que con la aparición de software como el primitivo “Pro Tools I” o las primeras versiones de “Logic Pro” muchos estudios decidieron convertirse en plenamente digitales, aparcando las máquinas de cinta a un lado.
Como siempre la tecnología avanza de forma imparable, y poco a poco los elevadísimos requerimientos de los ordenadores y las caras tarjetas externas que necesitaban los llamados “DAW” (Digital Audio Workstation en sus siglas en inglés) empezaron a reducirse. Y es que al principio para poder mover por ejemplo Pro Tools III necesitabas un avanzadísimo Apple Macintosh con 16 Megas de ram (si si, megas, no gigas) y un procesador de 120 MHz. Un equipo al alcance de pocos.
Tras estos, los sistemas de grabación siguieron avanzando, cada vez admitían un número de pistas y de procesado mayor, gracias a unas tarjetas externas avanzadas llamadas DSP, que se encargaban de manejar el audio convertido en bits. Surgieron así enormes y carísimos sistemas como Pro Tools HD, que permitieron llevar a un nuevo nivel la edición de sonido y explotar al máximo la creatividad de los productores y artistas con un montón de nuevas herramientas a su alcance, permitiendo sesiones masivas de hasta 512 pistas (¡y recordad que venimos de grabar en una única pista!)
La siguiente vuelta de tuerca en el mundo de la grabación la veremos en la próxima entrega, pero os adelanto que vino por medio de los sistemas que no requieren tarjetas DSP, de repente se podía grabar sin una inversión millonaria, y multitud de artistas y aficionados tomaban el control de la música y la compartían en un peligroso mundo nuevo: internet.
Entrada realizada por Pablo Giral, Monitor de Rock Camp.